Se sabe que el primer paso para establecer límites a nuestro alrededor es primero hacerlo con uno mismo.

Es algo que podría parecer sencillo; sin embargo, ¿cómo lo llevas a la práctica? El establecer límites significa conocer lo que permites o no en tu vida.

Nos estamos acostumbrando a vivir cada vez más aceleradamente, en un afán por competir y triunfar. Estos roles nos llevan al estrés y a una auto exigencia para tener éxito según los estándares de la sociedad, la cual nos ha programado para acumular, complacer a los demás y poder pertenecer. En el círculo vicioso de agradar al otro nos olvidamos de nosotros mismos, hasta el punto de ni siquiera reconocer nuestras propias necesidades. El riesgo se presenta cuando nos acostumbramos y normalizamos el vivir en altos niveles de estrés, competencia y desconexión.

Raramente las personas se toman el tiempo para reflexionar qué quieren o hacia dónde desean llegar. Ahora es común escuchar frases como: inteligencia emocional, identificar lo que siento y buscar ser asertivos. Dentro del ser asertivos se nos sugieren el poner límites, pero ¿cómo conviertes un límite, que es intangible, en algo palpable? ¿Qué beneficios pueden traer a tu vida el poner límites?

Primeramente, es estar convencido de que lo necesitas y/o lo deseas, para lo cual es vital contestar las preguntas ¿por qué es importante para mí?, y ¿qué pasa si no lo cumplo? Al tener claro lo que deseas en tu vida será más sencillo priorizar las cosas que te traen felicidad y bienestar y eliminar lo que te aleja de tus objetivos personales. Podrás construir relaciones más sanas; cuidar y tener tiempo para ti y tus seres queridos. Confiar en que el otro puede hacerse responsable y que tú no tienes por qué salvarle, lo que te brindará tiempo para ti y tus metas de vida.

En segundo lugar, cuando lo que deseas obtener es medible y alcanzable. Te comparto algunos ejemplos. Recuerda personalizarlos contestando las preguntas previas y estando convencido de que al seguirlos el beneficio que te traerán será mayor.

• Me ajusto a mi presupuesto.

• Sólo veo una hora de televisión.

• Las pantallas (teléfono, televisión, tableta, etc.) no están permitidas en mi habitación.

• No hablo de las personas ausentes y si lo hago, lo hago como si el ausente estuviera presente.

• No trabajo después de las 7 p.m.

• No contesto mensajes de trabajo el fin de semana o en vacaciones.

• Sólo compro lo que está en la lista del supermercado. Si se me antoja algo, lo anoto para el siguiente listado.

• Me acuesto regularmente a las 11 p.m. y me levanto a las 7 a.m.

• Mantengo contacto con la naturaleza por lo menos una vez por semana.

• Me alejo de las personas que no me hacen crecer o sentir en paz.


Por último, identifica lo que te hace feliz y hazlo más seguido. Busca relacionarte con personas que te aporten alegría y sabiduría. Elige experimentar cosas que te apasionen, te den paz y diversión. Sé más amable contigo. Cultivar el respeto implica establecer límites y también expresar tu sentir. Y éste no tiene que ser solamente con palabras, también lo puedes hacer con acciones.

Así que manos a la obra y comienza a darte tú lo que siempre has deseado que te den los demás. ¿Cómo sería tu vida si no estuviera llena de límites, sino también de posibilidades? Amplía tu zona de confort como lo explica el siguiente video:

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